RIU RIU CHIU (Anónimo) - Cancionero de Uppsala (S. XVI)
“TÚ QUE SURCAS EL AIRE”
Tú que surcas el aire y eres aire,
y eres gloriosamente transparencia,
y límpida materia en forma humana,
vuelve hacia mi tu aérea
majestad y reparte
la brisa de tus dedos cuerda a cuerda,
en el son prometido de mi alma
y en la música amarga de la pena.
Tú que estás a mi lado por las noches
velando oscuramente mi pureza,
y meciendo mi trigo jubiloso
y lavando mi risa en agua fresca,
vuelve hacia mi, Señora,
un poco de tu hermosura, y que la vea
mi corazón silente
a través del amor con vista trémula.
Enlaza los sarmientos de mis brazos
en tu misericordia y mi tiniebla
cubre con tu mirada
y tenme en tu regazo la cabeza.
Leopoldo Panero
“AURORA DONDE EL CIELO SE RECREA”
Alba, mírala bien, mira el lucero
de miel, casi morena, que trasmana
un rubor silencioso de milgrana
en copa de ganado placentero;
la frente como la sal en el estero,
la risa con repique de campana
y el labio en que despunta la mañana
como despunta el sol en el alero.
¡Alba, mírala bien! y el mundo sea
heno que cobra resplandor y brío
en su mirar de alondra transparente;
aurora donde el cielo se recrea,
¡aurora tú que fuiste como un río
y Dios puso la mano en la corriente.
Gerardo Diego
Proponemos, en recuerdo de Gerardo Diego el siguiente artículo de Julián Marías: El silencioso Gerardo Diego.
Poemas seleccionados de los ofrecidos por la revista «Ecclesia» y cuya lectura íntegra recomendamos.